Cuando vomitó su alma
se sintió mejor,
hizo un movimiento de contorsión con el tronco
atrapando su erecto pene con la boca
y comprobó que no sentía nada.
La cogió y lavó perfectamente
dejándola al sol el tiempo necesario,
la dobló, planchó, perfumó y,
cuidadosamente la guardo en el armario.
Flemático,
salió a pasear,
marchaba rápido,
pesaba menos,
podría volar...,
gustó de la sensación y,
se dijo a sí mismo:
Cuándo volveré a vomitar el alma!!!!
de CABEZA DE GÜEVO
por Lotario © 2006
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