Desde el faro,
la lejanía pareció irreal.
La inmensidad del océano incontable
impreso en la memoria,
como fantasía extenuada
por la dádiva y la displicencia.
Cerró los ojos desangrados
apurados como ubres secas,
intuyó los de ella posados
impasibles pero tiernos,
sin paréntesis,
sin recurso;
representó su figura,
sospechó su caricia y la lluvia de su
respiración sobre el ánimo.
por Lotario © 2006
de “Cabeza de Güevo”
Imagen: Olvido
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