Muerde la madreselva,
indaga su perfume,
abraza la grieta del muro rosado,
carnal;
conmueve los cimientos cromáticos
que vuelan en pedazos,
sin explosionar,
lentamente,
absorbe los jugos,
empapa la mirada ciega,
la boca de estómago
sonríe, disfruta...
Nada calla en la noche,
el pernil de agua
mira,
estruja con su ojo cíclope
la miseria infinita del bálano oxidado
que gime en el cíngulo saciado,
en la yacija.
No hay tiempo,
ni espacio,
¿para qué?
Sonríe, disfruta...
Acepta el movimiento
introduce la señal ofrecida,
ruge la fiera,
se derrite,
impregna la serpiente
y observa como surge del cemento lúbrico
el éxtasis vehemente,
llegando por los senderos del olvido
por Lotario © 2007
de “Posesiones”
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