jueves, 25 de octubre de 2007

NARCÓTICO

Paseo la base psicoactiva plena de ebriedad
por los lares de la náusea del superyó,

sin otro fin,
que la lenta destrucción del estar,
de la autoaniquilación lenta;

exterminio es la palabra que busco
entre la basura del vertedero interior,
cabalgando.


Lóbregas calles,
tacañas y empedradas de boca de caracol,

redundando por ángulos de parques y aparcamientos
distorsionados,
que apestan,
insistentemente por igual,
a orín y vómito biliar oxidado.


Luces de bujías sin cabo
que alumbran a soles de seda y satén,

a estrellas de hilo y filamentos manchadas
por el lento odio civilizado
de ardientes corazones negros,
pero lavados por la avaricia de vivir mejor.




Hastío,

el termino que mejor define
existir en estas metrópolis sin fin

como el mismo universo,
pero sin concierto ni orden,

sin equilibrio ni pértiga;

narcótico de lama que perseguimos el prójimo

para esquivar la tortura de amanecer por el oeste,

de la aurora seca como los ojos del difunto.


Hacia dónde va la cultura del arrebato,

de la vehemencia de reptiles
de un mes sin consumir un peludo roedor,

del ir y del venir
sin ningún objetivo que cubrir,
sino ensanchar la faltriquera,
ese ente feudal autodenominado capital.


Y aun así, a pesar de pesar, te vivo... ,

¡maldita estupidez!



por Lotario © 2007
de LATITUD ECUADOR

Imagenes: Lotario

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